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Muchas veces no se asume totalmente que los procesos del suelo son resultado de actividad biológica
Los criterios con que suele definirse la sustentabilidad del
suelo son coincidentes en que se debe conservar la reserva de materia orgánica
y nutrientes, manteniendo el balance de entradas y salidas, Doran & Safley
(1998), profundizan el concepto diciendo que el manejo sustentable del suelo es
una práctica de carácter holístico que optimiza las múltiples funciones del
suelo, mantiene sus reservas y apoya estrategias que promueven la salud y
calidad del mismo.
Dentro de las múltiples funciones del suelo, Doran &
Safley (1998), incluyen la descomposición de residuos y materia orgánica,
retención de agua, liberación y reserva de nutrientes, capacidad buffer, etc.
Si bien el suelo está constituido mayoritariamente por sustancias inorgánicas,
los procesos que involucran estas funciones son netamente de carácter
bioquímico, es decir, están regulados por enzimas formadas por organismos
vivos.
Muchas veces no se
asume totalmente que los procesos del suelo son resultado de actividad
biológica y esta apreciación dificulta la interpretación global del sistema,
debido a que las variables que inciden sobre los organismos vivos son muy
complejas e interrelacionadas. El estudio de los organismos responsables de los
procesos del suelo ha sido relativamente dejado de lado a pesar que ellos
constituyen unidades funcionales fundamentales en la transformación de masa y
energía en la biosfera.
Tiedje et al.,
(1999), afirman que el entendimiento de la dinámica de las comunidades
microbianas del suelo es un gran desafío para la ecología, a causa de la enorme
diversidad microbiana y la compleja y variable matriz en la cual los
microorganismos están insertos. Este desafío ha sido encarado en numerosas
investigaciones, con resultados no siempre coincidentes (Smith & Strebley,
1994; Kunc, 1994; Duiker & Lal, 1999). Estos resultados se deben a que las
variables analizadas (biomasa microbiana, cantidad de ATP, actividad
enzimática, respiración, etc.) no por sí mismas son indicadoras de mejor calidad
del suelo, sino en función de su distribución temporal y espacial y su relación
con otros procesos. Por ejemplo, una alta actividad nitrificadora puede ser
desfavorable para la sustentabilidad de un suelo, cuando coincide con un
periodo de elevadas precipitaciones y/o escaso desarrollo de vegetación.
CONSERVACION
DEL SUELO
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